Con
frecuencia los familiares o amigos codependientes de un adicto nos
enfocamos en la adicción como condición, en sus implicaciones y
problemas y en el hecho siempre complicado de vivir con una persona que
consume alcohol o drogas. En este camino, definimos nuestra vida en
torno a la adicción, ya sea para victimizarnos o victimizar a la persona
adicta, o para proclamar nuestra supuesta fortaleza ante la tremenda
prueba de vivir con un adicto. Así, nos centramos en su adicción, y tal
vez inconscientemente la alimentamos como la única característica de la
vida a la que merece la pena prestarle toda nuestra atención.
Sin
embargo, esa persona que consume drogas o alcohol, que tal vez se
encuentra en una etapa crónica o crítica de su enfermedad, es más que
eso. Tiene otras características. Tiene (o tuvo) sentimientos y
cualidades que muchas veces pasamos por alto, imbuídos como estamos de
resentimiento, angustia y pánico ante los avatares de su condición.
Es
importante que, por severa que sea la situación, busquemos en su
personalidad y en nuestra memoria todas aquellas características,
cualidades y formas de ser que no son la adicción. Si nos ayuda, podemos
hacer una lista escrita.
Como
familiares o codependientes de una persona con adicción, es muy posible
que conservemos en nuestra memoria una serie de recuerdos de los malos
momentos vividos. Sin embargo, también existirán recuerdos de instantes
que compartimos con amor y alegría, detalles y gestos de aquella persona
que nos arrancaron una sonrisa o que nos hicieron sentir alegres y
hasta felices, pues de otra manera no lo amaríamos ni nos importaría
tanto. Si es necesario, también podemos escribir una lista de aquellos
momentos, forzándonos a recordar incluso los sucesos de su edad
temprana, cuando su sola existencia nos proporcionaba felicidad.
Una
persona que sufre de adicción no es solo un adicto. Su vida tiene otras
facetas, esté o no en un proceso de recuperación: su sonrisa es
encantadora, lucha contra su mal, cocina bien, canta aceptablemente, nos
ofrece su dulzura y su apoyo, tiene unos ojos preciosos, es
talentoso... Observemos su sensibilidad, su inteligencia, sus detalles
cotidianos. Y quién sabe, si nos enfocamos en los aspectos de su vida
que van más allá de su condición, es muy posible que ellos florezcan y
se dejen notar cada vez más y mejor. Porque toda persona que sufre de
adicción es mucho más que un adicto o una adicta: es un ser humano único
e irrepetible, deseado por Dios y el Universo desde el principio del
tiempo.
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