jueves, 16 de diciembre de 2010

Yo no soy una alcohólica


Cuando me casé me creí la mujer más feliz y realizada de todas. Cuando mis hijos vinieron al mundo aún más, sentía que con ellos y mi esposo ya nada me hacía falta en la vida




Mi esposo pensó en proporcionarnos más comodidades y nos cambiamos a un edificio de condominios, allí había varias parejas he hicimos muy buena amistad con ellos.

Uno de los matrimonios hizo una muy buena amistad con nosotros, la esposa, de nombre Guadalupe, se llevaba muy bien conmigo, nos platicábamos nuestros problemas.

Mientras platicábamos lo hacíamos con copas, las dos tomábamos sin saber hacerlo, y así nos fuimos aficionando a la bebida…

La mayoría de las veces me quedaba dormida; una noche, cuando desperté mi esposo besaba apasionadamente a mi amiga. Me levanté indignada, intenté echarme encima de ellos para golpearlos, pero solo me caí ridículamente.

Mi hogar estaba perdido, ya nada sería igual, yo era una borracha, y mi marido tan cariñoso y responsable se había convertido en un hombre desobligado e infiel.

Seguí tomando, la decepción me aniquilaba, y ni siquiera me acordaba de mis hijos a los cuales cuidaba una sirvienta.

Una tarde en que rumiaba mi desesperación, uno de mis hijos empezó a llorar y a impacientarme.

Le di una cachetada, y cayó al suelo, al verlo en el piso me invadió un terrible remordimiento, sentía que mi corazón estallaba de dolor y de vergüenza, corrí a auxiliarlo y lo estreché contra mi pecho, mi otro hijo se acercó temeroso, y también lo apreté con todo mi corazón, les juré que desde ese momento sería otra, y que si su padre les faltaba siempre estaría yo a su lado para darles todo lo que necesitaran.

Al día siguiente fui a A.A. y desde ese momento la confianza renació en mi ahora soy otra, mis hijos saben que no volveré a caer en el pozo profundo del alcoholismo.

Tengo 15 años sin tomar, y soy muy feliz con mis hijos.

Colaboración de Magali Sauceda - México

Fuente: http://www.tubreveespacio.com

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