viernes, 9 de octubre de 2009

El joven cree que sin droga no hay amigos

Un estudio sostiene que el consumo ya es indisoluble del ocio

A. BAQUERO / M. BERNAL
BARCELONA

Las cosas están de la siguiente manera: una tarde de cualquier día al niño le ofrecen marihuana y debe decidir si consume; tiene 14 años. Otra tarde le ofrecen cocaína y debe decidir si consume; tiene 15 años. En ambos casos mira a su alrededor, tal vez está en una discoteca o en una fiesta y se da cuenta de que todos lo hacen, de que todos se divierten y lo pasan bien, y de repente se le ocurre que tal vez, tal vez si no lo hace se va a quedar aislado. Así que... qué diablos.


Las cosas, en otras palabras, están así: el consumo empieza cada vez más temprano y está cada vez más ligado a la simple intención de pasarlo bien, y no solo no está mal visto ni es motivo de rechazo, todo lo contrario: es un factor de inclusión. ¿Metes, fumas, esnifas, te colocas, te pones a 100? Entonces tendrás más amigos. O eso piensas. «El principal beneficio que los jóvenes creen obtener es su integración en el grupo», dice Eusebio Megías, director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Megías y el director general de la fundación, Ignacio Calderón, presentaron ayer en Barcelona el informe Problemas de drogas, aquí y ahora, donde trazan un panorama del consumo actual y denuncian lo siguiente: que las estrategias para combatirlo son obsoletas.

ARMAS DE LOS 80 / Megías recordó que esas estrategias datan de los años 80, cuando el gran enemigo era la heroína y la heroína, entre otras cosas, era una bruja de reputación pésima que se llevaba a sus fieles a oscuros sótanos, a los más sórdidos rincones: los excluía. «La droga ya no es una vía de escape, ahora es una parte normal de nuestro ocio», dice. Muchos jóvenes consumen drogas sin ser adictos, continúan su vida con normalidad y pasan desapercibidos, lo cual, entre otras cosas, significa que los indicadores de consumo están caducos: no se puede medir por ingresos al hospital, por terapias en curso o por consultas al médico. «La de las drogas es una batalla perdida si se siguen usando las mismas armas». Los dos responsables alertaron sobre el peligro de pensar que el problema está solucionado, como parece que ocurre en España, y sobre la poca atención que prestan los políticos al tema. «Si a la sociedad no le preocupa, a mí no me ocupa, parece que piensan», se lamentó Calderón.


Una prueba del desfase entre estrategia y realidad (entre teoría y práctica) es la ley que prohíbe el consumo de alcohol a los menores de 18 años, toda vez que no existe encuesta en la que los recién estrenados mayores de edad no respondan, en abrumadora mayoría (94% el último sondeo) que ya lo han probado; una ley que se saltan 9 de cada 10 personas es una ley para evaluar.


Que las cosas sean así no extraña demasiado a los investigadores. Total, dicen, somos una sociedad de nuevos ricos. Y así se divierten los nuevos ricos. Y crean ejemplo.

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